Muestra su trabajo desde la perspectiva de quien pretende integrar una serie de imágenes detenidas en el tiempo

Pocas muestras fotográficas trazan la mirada del artista como la que podemos ver en “Arte y creatividad” y a cuyo vértigo nos invita a asociarnos Monserrat del Campo Sanz. La asociación ilumina, a mi parecer, una de las claves íntimas de esta tan singular confabulación poética en donde la fotógrafa fábula la ensoñación de un orden con lo natural que en modo alguno parece violentarla, más bien diremos, se alimenta de su secreta complicidad.

Para Campo Sanz la figura humana queda notoriamente reducida a cero. Diríamos que alevosamente reiterativa prescinde totalmente de ella. Sin embargo, en cada una de sus tomas, en sus ambientes naturales, se aprecia la huella de una presencia latente.

Segura de su buen marchamo, Monserrat muestra su trabajo desde la perspectiva de quien pretende integrar una serie de imágenes detenidas en el tiempo a unas semejanzas cuyo carácter tiende a dejar en un segundo plano lo posible y estrictamente documental.

Tanto la propia naturaleza como lugares singulares son sus temas recurrentes, y estas resonancias le acompañan en silencio en la obra intentando impregnar con su espíritu toda la creación de esta fotógrafa..

Su fotografía es encuentro de la tranquilidad interior y la sabiduría en clara referencia del movimiento exterior. No fanfarronea la sofisticación, sólo lo que el ojo puede ver, sin distorsionar esa mirada, a lo sumo la complementa.

La artista utiliza una buena manipulación para descontextualizar los contenidos, materializando sus propios sentimientos, y en donde los motivos fotográficos van más allá del tópico, dejando eso sí las imágenes insólitas de la fantástica espontaneidad que nos trae y regala, llena de besos, el día a día.



Eduardo Arboleda Ballén
Critico de Arte

Monse del Campo, poética de la fotopintura

La artista Monse del Campo posee un código que se lee en clave poética que define su su obra encuadrada dentro de la fotopintura.
Se trata de un conjunto de ideas que se van repitiendo de forma constante: naturaleza, espacios abiertos, cromaticidad, propensión vertical, ascensión.
La naturaleza como motivo, base a partir de la que la creadora instituye un código de elementos, que constituyen la plástica de fondo. La naturaleza como punto de partida que posibilita el ulterior desarrollo.
Los espacios abiertos como homenaje a la libertad; surgiendo de forma constante en diversas imágenes con todo su esplendor, conformando una visión abierta de los acontecimientos.
Cromaticidad que acentúa el expresionismo, que introduce a todos los elementos de su discurso dentro de un planteamiento personal.
Propensión vertical, no en sus imágenes que están concebidas en horizontal, pero si de sus elementos, temáticas e intenciones que la integran. Bosque de troncos de árboles verticales; catedrales que apuntan al cielo en vertical; hojas que son verticales. La verticalidad como propensión a alcanzar la superación de la horizontalidad en la que vivimos.
Ascensión a la infinitud; voluntad de trascender; evocación intimista que se hace perceptible a lo largo de sus obras. Primero reside en la constatación de la propia existencia; en segundo lugar, es una regulación del flujo energético que la lleva hacia la superación de lo que nos limita. Y, en tercer y último lugar, ascensión, a partir de una complejidad de emociones, que son síntomas de las sensaciones interiorizadas, que surgen a borbotones a partir de conceptos armoniosos.

Joan Lluís Montané
De la Asociación Internacional de Críticos de Arte

Monse del Campo, la complejidad intima de la fotopintura

Bosque de árboles, conjunto de troncos que se vislumbran claramente ante mis ojos. Troncos que están asociados a la música, que están fotografiados para parecer un paraje acogedor, pero la creadora Monse del Campo lo que le inculca es un alto grado de intimidad. Se lo hace suyo.

Flores, un beso que se intuye, conjunto de personas, la catedral omnipresente. Tendencia a la trascendencia dentro de un contexto expresionista. Fotógrafa de interiores, de recovecos y zonas que se escapan a los ojos de los mirones de supermercado.

Sus fotos integran instantes, son notas discordantes de su poética personal. De la imagen prosa, de la prosa, palabra y de esta surge la poesía.

Colorea las fotos para darles un toque más expresionista, pero sin renunciar a la propia idiosincrasia del color. El resultado es una obra íntima, hecha a partir de fragmentos de la realidad que la creadora escoge.

Su dedicación fotográfica especula con la recreación posterior pictórica. No es testimonio de su época, sino testigo de sus propias sensaciones y defensora de sus deseos más íntimos.

Se distancia de la realidad, pero, no quiere hacerlo. Cuando más se quiere alejar más se implica, ‘mojándose’ de sudor, empapándose del hálito vital que todo lo personifica. Aunque no hay seres humanos en sus composiciones su obra es perfectamente humanista, su centro es la poética de la existencia de los seres, condenados a entenderse en un mar de dudas.

Sus bosques pintados, casi entradas de recovecos del alma; sus catedrales en lo alto, expresionistas, insondables, casi perfectamente controlables pero, alejadas de lo mundano.

El deseo, el beso, el aleteo de un amor apasionado en las composiciones de notas de músicas lejanas y próximas, pentagramas, instrumentos musicales.

Hojas, que son conceptos e ideas; hoja que es singular para volverse colectiva. Solidaridad internacional, mente mundial, defensa de los valores humanos.

Pero también instantes de poesía, frío y calor, unión de los extremos contrapuestos. Asimismo presencia de una cierta sensualidad que lo acompaña todo. Sensualidad sensible y sutil.

Sensualidad que se inmiscuye en la vorágine de la noche y que señala el camino de lo voluptuoso pero, sin serlo.

La vida, poética de las poesías. Allí, cuando el sol acaricia las plantas y alardea frente a las flores, aparecen las hojas que en otoño caen. Es la vida que continúa...



Joan Lluís Montané
De la Asociación Internacional de Críticos de Arte.

Monse del Campo, de lo íntimo a lo solidario pasando por lo global

Monse del Campo se sumerge en la intimidad de la existencia, en aquellos aspectos más frágiles que son las zonas sensibles. En ocasiones es la propia creadora quien convierte en intimas y frágiles zonas de un bosque o una flor. Todo depende de su capacidad por recrear una nueva intimidad a partir de lo externo. No hay vulnerabilidad, sino esencia. No existe fragilidad inventada sino realidad sensible.

La veracidad de las cosas reside en la retina de la fotógrafo. Y ello es así porque inventa la composición, investiga en el dominio de los andares pictóricos aplicados a la fotografía. Compone su verdad, siempre a partir de otras verdades a las que no renuncia en ningún momento.

La intimidad es una zona exclusiva, casi recóndita, que surge de la creencia en sí misma y en la realidad.

Lo intimo es patrimonio personal de quien sabe de luchas y de continuas negaciones hasta que consigue traspasar las ligaduras que nos atan. A partir de ahí surge la solidaridad, que tiene que ver con el amor. De ahí el ‘Poema del beso’, ¿romance o ficción?.

Más bien, diría yo, que es una apuesta por la lucha sin que esté mediatizada. ‘Poema del beso’ que traspasas fronteras volando como pájaro de juventud, que abrazas a aquellos que lo necesitan pero también te abrazan a ti. Nos fundimos en un ruedo de amor, estallido de colores, parece que la música suena a todo volumen... Solidaridad ante el crepitar de las armas, que salpican astillas del mobiliario de los condenados a muerte por los misiles balísticos. Cohetes guiados por ordenador contra soldados montados en burros.

Solidaridad con quienes no tienen agua y con los negros productores de diamantes enfrentados entre sí, por los intereses de los grandes consorcios. Solidaridad en la forma de conservar en la mente el pueblo. Fotografías de lo rústico, convertidas en icono de lo clásico, dentro de lo intimo, en línea con lo solidario. Monse del Campo, poeta, interioriza sus sentimientos para luego soltarlos en libertad, para darlos a conocer a través de sus pequeñas interioridades.

Lo global como entendimiento de los cambios que afectan a la imagen de la virgen del pueblo, que ahora puede verse on line en todo el mundo a la vez. Lo global aplicado a los aperos de labranza, que cambian según el lugar del mundo en que los agricultores trabajan la tierra. Lo global entendido como fortaleza sensible, castillo de roca inexpugnable, dominando el bosque intimo coloreado de la imagen tratada por Monse del Campo.


Joan Lluís Montané
De la Asociación Internacional de Críticos de Arte.